INTRODUCCIÓN
Vivimos en un momento histórico en el que la
actividad social tolera todo tipo de ofertas,
planteamientos y postulados. Esta realidad es conveniente para unos y no
tan convenientes para otros.
Formular una teoría
del arte en un ambiente que ha perdido todo tipo de conexiones, es sin duda un acto de valentía. Atreverse a
postular una característica unitaria en el destino de las artes, en un mundo
fragmentario, es ir contra la corriente, es navegar en un mar de tiburones. Es
sin duda arriesgarse a ser tildado y catalogado de arrogante. Esa realidad se
asume en consecuencia al reconocimiento particular de un destino concordante
con el orden natural de las especies.
Esperar a que otro
par concuerde con tu postulado es, sin duda, gratificante. Pero cuando se
establece la concordia con el orden natural, la gratificación no tiene nombre.
Esto, sin duda alguna, suena a perogrullo pero, suene o no, es lo que en esta
teoría se nos presenta.
En una
sociedad en donde los creativos
explican sus obras con un: “esto que he hecho no se ni lo que es, pero está
lleno de significado” y en la que se admite la burla al espectador, como obra de arte, no podemos esperar nada
más que un ready-made, (objet trouvé o,
arte encontrado). Un arte carente de sentido. El problema surge cuando aquello
que se encuentra, no tiene mucho que ver con las pretensiones artísticas de la
inmensa mayoría que consideran al arte como sinónimo de excelencia.
El arte encontrado,
el performance, el happening, actions, fluxus events o body art, son
manifestaciones que pueden existir dentro de los límites de sus propias
exigencias como cualquier estilo artístico, pero ningún estilo puede pretender
asumir la autoridad del deber de ser impuesto como “el Arte”. La única
imposición en el arte es la de realizarlo en su autenticidad. El propósito de
los propósitos es el de ser satisfecho y el arte opera de igual manera.
La vulgaridad es
diferente de lo artístico y lo artístico es diferente de lo vulgar, si por
criterio asumimos la voluntad de aceptar cualquier cosa como artístico,
obtendremos como resultado que lo
artístico pasa a ser vulgar.
Si en una clase no
se evalúa ¿cómo se puede determinar que uno es mejor que el otro? Si a un auto
no se le evalúa ¿cómo podemos decir que es mejor que el otro? Si a una conducta
no se la evalúa, ¿cómo podremos decir
que es refinada o vulgar? ¿Cómo pretende la historia contemporánea desacreditar
la evaluación de los contenidos artísticos? ¿Quién evalúa con más criterio el
experto en arte o el ignorante? ¿Quién evalúa con más criterio un auto el
experto o el ignorante? ¿Por qué permiten los expertos en el arte que evalúen
los procedimientos artísticos aquellos inexpertos en el tema? Sin un criterio
definido no se puede evaluar y por lo tanto, todo queda al gusto evaluador del
individuo, lo que anarquiza la cuestión.
Esta teoría del
arte no fue escrita para documentar una postura frente al arte, sino para que el
arte pueda abrirse a la aventura de su propia identidad. Este texto viene a
fijar pautas de entendimiento sobre los desempeños artísticos que espero,
sirvan para fijar un criterio global evaluativo.
Teoría del Arte
Martin Soria
Se entiende por cultura
a la suma de caracteres y costumbres de una determinada agrupación social.
Costumbres estas que tienen mucho que ver con la comunicación, con el lenguaje
e intercambio del sentir, del comprender y del obrar en pro de un determinado
gusto, criterio, ideal filosófico, político o social.
Por cultura se
asume también a la totalidad de las manifestaciones humanas, donde se incluyen,
la educación, la salud, el trabajo, la religión, la ciencia y el arte. Entre
todas
estas
manifestaciones, el arte es en suma de importancia, por estar permanentemente
en contacto con el ejercicio de practicar y apreciar los Principios de la Creación, originarios de
cualquier actividad. Bajo esta perspectiva, podemos entender la importancia del
arte en el desarrollo de cualquier cultura.
Sin embargo, la
tendencia actual en la enseñanza de las artes ha caído en la tentación de priorizar la defensa de aspectos
fragmentarios o individualistas por sobre el reconocimiento y transmisión de
las Razones Constantes e Inmanentes contenidas en el Arte. La defensa de las libertades basadas en el
relativismo social ha tolerado postulados antagónicos que en su defensa privan al estudiante de la educación artística,
basada en las Constantes Inmanentes contenidas en el desarrollo creativo.
La defensa de cada
postulado ha derivado en tantas teorías como postulados, lo que ha transformado
al arte en una actividad vulgar.
Lo no vulgar exige
jerarquías. Las bellas artes son un estrato jerárquico, el estrato de lo
supremo, de lo brillante y de lo excelente. Sin pensamientos profundos
razonables, sin ideas brillantes y acertivas y sin trabajos excelentes y
admirables, no podemos hablar de arte. La jerarquía tradicional de los
principios de la creación, al ser constantes e inmanentes posibilita el entendimiento
de los valores contenidos en el arte.
Un arte decadente
colabora en la construcción de una cultura decadente. Si esta tendencia global
continúa, la cultura no puede sino declinar en todos sus aspectos. Por tanto,
para mejorar nuestra cultura es
necesario replantearse el entendimiento de los valores contenidos en el arte, y
estos valores basados en los principios de la creación que por ser constantes e inmanentes
garantizan la justificación del postulado, abrirán las puertas a un nuevo
entendimiento y replanteamimiento de las artes.
El arte ha sido
testigo y protagonista de los logros sociales de cada era. En el Renacimiento
por ejemplo, las artes se transformaron en protagonistas, lo mismo ocurrió en
la revolución francesa, rusa y socialista. Conocidas son las obras literarias de
Máximo Gorki en la revolución rusa o, de Lu Xun en la literatura de la revolución
socialista China. Estas contribuciones aportaron al desarrollo de dichas
revoluciones y culturas. Por lo tanto, si se pretende volver a la cultura
original, o si se postula la creación de una cultura basada en las constantes
naturales, es preciso desarrollar una tendencia artística que abogue por el
ideal del orden natural inmanente y constante.
El desempeño
contemporáneo del arte, sin reglas ni fundamentos, sin razones ni sentido, no
puede continuar, porque no puede sustentarse dentro de los parámetros del arte
tradicional y mucho menos se sustenta sobre la base del relativismo artístico,
puesto que el relativismo como postulado, aboga por la igualdad de valor entre
las diferencias y es imposible sustentar esa igualdad entre lo excelente y lo vulgar, entre lo necesario
y lo no necesario o entre lo trascendente y lo anecdótico, entre lo bonito y lo
feo.
Esta tendencia
vanguardista se está mordiendo la cola. No podemos ignorar en la apreciación
del arte al componente evaluativo, sin evaluación no se determina ni la
igualdad, ni las diferencias entre las cosas. Al pretender desactivar el
criterio valórico del arte, el artista desaparece y se transforma en
constructor. Pero el valor del constructor no puede igualarse con el del
artista. El constructor construye, el artista produce sensaciones que
despiertan el interés por admirarlas, por sentirlas, por descubrirlas y por
apreciarlas.
No debemos
confundir el admitir la posibilidad de que cualquier persona pueda ser artista,
lo cual propone el no discriminar, y eso me parece muy bien, con el admitir que
el arte sea el producto de cualquier persona, lo cual propone vulgarizar la excelencia. Si pretendemos eso con el arte, porque
consideramos que es siempre y para todos valido, entonces, deberíamos pretender
eso también con todas las profesiones. ¡Empecemos por el fútbol! ¿Alguno de
ustedes postularía que para mejorar la calidad del fútbol es preciso negar las
academias y escuelas preparatorias? ¿Qué ocurriría si nos ponemos en contra de
las estrellas del balón pié y exigimos que se considere de igual modo a los
mejores y peores futbolistas? ¿Qué incentivo tendría entonces el fútbol para
los jugadores? ¿A quien le gustaría ver por televisión el peor partido de la
semana?
El fútbol como
cualquier profesión exige del mejoramiento de sus tecnicismos. Lo mismo exige
el arte. Ir en contra de este desarrollo es una postura contraproducente para
el arte y para la cultura del país. Los valores profesionales exigen del máximo
de satisfacción, del máximo de reconocimiento y del máximo de su realización.
En esta teoría del
arte podemos descubrir esos valores constantes e inmanentes en la creación, que
establecen las jerarquías de apreciación necesarias para evaluar una obra de
arte y evitar la vulgarización de las labores y oficios artísticos.
Teoría del arte en
base a la realidad constante e inmanente de los Principios de la Creación.
Toda creación
implica tres aspectos fundamentales:
1- El propósito de
la creación basado en la necesidad creativa y conducido por el autor.
2- El valor interconector
entre creador y obra, que asemeja a ambos en el crear.
3- La relación de
intercambio (dar y recibir) que se establece y posibilita la experiencia del
valor con lo creado.
Lo creado es fruto
de una necesidad, la necesidad de experimentar el valor de lo pretendido. Toda
necesidad obliga a ser satisfecha.
El propósito de la
creación entera, si nos dimensionamos en lo universal, podemos deducir que se
debe a la necesidad del creador por experimentar valor, el valor de su
creación. Valor este, compartido por cada una de las especies naturales de que
se compone la creación. Toda especie natural responde a este criterio de
esperar y construir valor. Todas las especies crecen en el encuentro con sus
necesidades básicas y cumpliéndolas retribuyen al entorno con lo adecuado a su
propósito de compartir valor.
La creatividad
artística se deriva de esta premisa de experimentar y compartir valor.
Valor es la
cualidad contenida en el objeto que satisface a la necesidad del sujeto que la
aprecia. Y es por todos compartido que a mayor beneficio, a mayor justicia y a
mayor complacencia, mayor satisfacción, por esa razón el artista no se reduce
en su creación a representar y realizar imágenes para sí mismo, sino que por el
contrario, disfruta al verse valorado, reconocido y aceptado por el máximo de
sus colegas, amigos o conciudadanos. Luego, el valor, impulsa al creador a
compartir con otros sus experiencias de complacencia. Nos gusta compartir
bondades y beneficios, nos gusta compartir verdades y nos gusta compartir
alegrías. Esta necesidad altruista e incondicional existe contenida en el
valor. El valor no se ve, ni se toca, el valor se establece; no ocupa ni tiempo
ni lugar, solo se siente al establecerse la relación interconectiva entre la
necesidad y el beneficio. El valor se desprende de la satisfacción de la
necesidad, por lo mismo, podemos deducir que el Creador Originario de las
especies naturales, también experimenta valor en la satisfacción de la razón
creativa que justifica a la necesidad que lo motivó a realizar tan importante
obra.
La actividad
creativa considera dos aspectos a tener en cuenta en el proceso de su desarrollo.
Uno, tiene que ver con la creación de la idea y
el otro, se refiere a la construcción de la imagen. Estos dos aspectos
responden a la dualidad contenida en todo acto que considera principio y
fundamento como inicio de su consecución.
Inicio y fundamento
son dos operaciones que tratan de demostrarnos que ninguna creación sería
posible sin un procedimiento en tiempo (inicio, medio y término) y sin una
estructura funcional que la posibilite. Esta estructura funcional, es conocida
como la estructura base de cuatro posiciones, que nos dice que toda creación
predispone las posiciones de un destino (1) propósito o consecuencia a
realizar, un (2) sujeto o director que conoce la dirección a seguir en la
consecución de su proposición, un (3) objeto o dirigido hacia el destino
predeterminado y de un logro (4) o transformación del objeto en consecuencia
conectiva con la proposición o destino a lograr y que por lo tanto satisface al
sujeto que la cumple.
Esta estructura
base de cuatro posiciones en la que cada una de estas posiciones exige de una
determinada función a cumplir, junto con el proceso de desarrollo en tiempo,
posibilitan la realización de cualquier obra.
Hablemos de las
funciones de cada una de estas posiciones.
La función de la
primera posición, (1) posición del propósito de la proposición es simplemente
la de ser reconocida siempre valida para
todo, lo que la transforma en factible, totalmente beneficiosa y por lo tanto
motivante.
La función de la
segunda posición, (2) posición del sujeto director o constructor, es la de ser
leal durante todo el proceso, inicio, medio y término de su propuesta a la
realización completa de la satisfacción de la razón que justifica su necesidad
creativa, asumiendo la responsabilidad de realizar completamente su objetivo, en
función del cumplimiento de la razón que justificó la necesidad original de
realizarlo.
La función de la
tercera posición (3) es la de retribuir completamente a la necesidad creadora del sujeto, respondiendo a
la razón de su necesidad original de realizarlo.
La función de la
cuarta posición (4) o consecuencia es la de concordar en semejanza,
correlatividad y reconocimiento con la
proposición originara.
Esta estructura,
que reconocemos con el nombre de
estructura base de cuatro posiciones, o fundamento base de cuatro
posiciones se establece en la construcción de la imagen pero anteriormente, ha
debido establecerse previamente en la recognición de la idea.
La proposición de
cualquier obra, adquiere el máximo de su valor al ser apreciada por todos los
componentes del ambiente externo, es decir cuando beneficia a todas las
especies naturales incluyendo a la especie humana por completo y cuando
beneficia en consecuencia al creador originario de la obra. Por esa razón es
necesario que lo creado se establezca como parte interconectiva con el
ordenamiento natural de las especies.
El segundo aspecto
fundamental de la creación, tiene que ver con el establecimiento de la
semejanza entre creador y proposición y entre causal y consecuencia.
La creación nos
muestra en su manifestación el
componente participativo de un orden compartido. El Creador Originario de las
especies naturales depositó en cada una de ellas la capacidad de ser
auténticas, autónomas y altruistas. Ninguna de las especies necesita de algo
más de lo que disponen. Por lo tanto son perfectas en sus funciones, lo que
denota la particularidad de un inicio del fundamento también auténtico,
autónomo y altruista. En esta similitud encuentran su sentido universal
comunitario. Toda especie cumple una función ordenada y que por lo demás es
necesaria para el mantenimiento del orden ecológico. Esto manifiesta la
naturaleza ordenada del Origen Creador de las especies naturales. De donde se
deduce que el artista ha de manifestar aspectos semejantes a su propia naturaleza
ordenada y que solo pueden ser reconocidos validos en concordancia o semejanza
con la naturaleza propia del autor. Y de esta semejanza en autenticidad,
autonomía y altruismo, el apreciador de la obra puede encontrar también en
ella, el elemento semejante al que puede reconocer para validarlo y participar
de la alegría de la creación. Sin semejanza o parecido es imposible la recognición y como consecuencia,
sería imposible el apreciar.
El tercer aspecto
fundamental para crear es el intercambio de elementos compartidos entre creador
y objeto creado. En la creación se establece un dar y recibir entre necesidad y
consecuencia, lo cual produce el beneficio en base a la semejanza o
concordancia entre lo creado y la proposición.
Este objeto se
puede denominar cuerpo multiplicado, porque es consecuencia de la
transformación de un estímulo neuroeléctrico en imagen formal o visual,
bidimensional o tridimensional. Este cuerpo multiplicado no es ni más ni menos,
y por eso lo denominamos así, que la
multiplicación de estímulos, (necesidades, intereses, deseos) que por medio del
ejercicio del dominio sobre las virtudes (prudencia, fortaleza y
templanza) y en base a la capacidad de
optar por lo que es considerado valido (libertad), transforma el ejercicio de
las habilidades sensoriales motrices, en obra de arte; con la ayuda, claro
está, de los implementos necesarios para la transformación de la idea en
imagen, ya sean colores, sonidos u
objetos.
En base a este
procedimiento podemos deducir que el Origen Creador de las especies, transformó
sus intenciones en especies naturales que suponen ser los cuerpos multiplicados
de su propia autenticidad, autonomía y altruismo.
De este modo se
comprende que la base para la creación o para la apreciación, es la relación
que se establece entre autor o apreciador y obra en el intercambio del dar
atención o dominio (dominio en este caso
no constituye imposición, sino conducción en la realización del objeto por el
beneficio del objeto en sí) y en el
recibir beneficio, recognición o complacencia.
II Arte y Belleza
A ¿Qué es Arte?
Arte es la
actividad emocional de crear y de apreciar valor.
Valor es el vértice
central de la jerarquía piramidal de las capacidades emocionales, intelectuales
y motivacionales de la especie humana. A toda capacidad emocional se le hace
necesaria la esperanza por sentirse plena. A toda capacidad intelectual le
interesa el reconocimiento de las razones constantes e inmanentes y a toda
capacidad motivacional se le hace prioritario el cumplimiento del deber. Porque
tenemos capacidades emocionales, intelectuales y motivacionales, exigimos el
máximo de complacencia y satisfacción, es decir exigimos el establecer
emocionalmente el estado de plenitud, de autonomía (uno con la ley) o de
reconocer las máximas constantes universales y de cumplimiento del deber.
Exigimos el sentirnos bien, el sabernos seguros y convencidos y el sentirnos
realizados o cumplidos, esto es normal en cada humano y natural también en el
resto de las especies. Toda especie existente cumple su función en base a la
razón que la justifica necesaria, por lo mismo, si somos una especie más del
ordenamiento natural, debemos cumplir con la misma exigencia. Curiosamente lo
exigimos en los otros, y eso es fácil verlo a nuestro alrededor, pero no nos lo exigimos a nosotros mismos.
Exigimos ser tratados con afecto, porque nuestra capacidad emocional se nutre
en ello, exigimos la verdad en la razón porque nuestra capacidad intelectual se
satisface en ello, y exigimos el cumplimiento responsable porque nuestra
capacidad motivacional así lo exige, pero cuando se trata de exigirnos el
tratar al otro, o a los demás con la incondicionalidad afectiva que exigimos
para nosotros, o cuando se trata de decir la verdad al otro como nosotros de
otros exigimos, o cuando se trata de exigirnos el cumplir con el deber
responsablemente de realizar al otro, o a los otros, sencillamente no lo
cumplimos. Las capacidades emocionales, intelectuales y motivacionales, están,
pero no están satisfechas.
Las actividades
sociales son una proyección de nuestras capacidades emocionales, intelectuales
y motivacionales. Así podemos ver cómo las tres grandes áreas sociales de
importancia son, la salud, la educación y el trabajo. La cultura en sí es la
suma de sensibilidades, conocimientos y conductas de un sector social.
Sensibilidades que suscitan los ideales religiosos, filosóficos o políticos,
conocimientos que se desprenden de los estudios y descubrimientos científicos o
de la labor docente de los educadores y de los medios de comunicación, etc. Y
conductas derivadas de la implementación de normas laborales, sociales o
jurídicas de la sociedad.
Derivados también
de la emoción del intelecto y de la voluntad son los postulados morales, éticos
o estéticos de una sociedad. Sociedad que se sustenta en base a tres aspectos
derivados de las mismas capacidades, me refiero al ámbito legislativo, judicial
y ejecutivo. Por lo tanto, estas tres capacidades son de suma importancia en el
desarrollo comunitario. De estas tres, si es que pudiéramos individualizarlas,
porque actúan al unísono, la capacidad
emocional es la que persigue el cumplimiento de las necesidades y es al mismo
tiempo, la que disfruta del goce de los beneficios del cumplimiento de sus
proposiciones, a este ejercicio se le denomina creación o creatividad y por
esta razón decimos que el arte es el mejor instrumento o ejercicio para el
desarrollo de la capacidad sensible o emocional. Y es en base a esta premisa
que consideramos al arte como la actividad emocional de crear y de apreciar valor
o belleza.
Si nos preguntamos
cual es el propósito del arte, podemos llegar a la conclusión de que el
propósito del arte es el de satisfacer al creador, mediante el cumplimiento
responsable de la razón que justifica su necesidad creativa. Lo cual proporciona
satisfacción, autonomía y cumplimiento al autor y, a la obra por él creada la
califica como auténtica y cumplida de manera autónoma una con la razón (auto= uno mismo, nomo =
ley). De este ejercicio se puede concluir con que el propósito del arte es el
de obtener alegría en la relación con el objeto creado. Alegría en la
recognición, validez y semejanza establecida entre el sujeto y el objeto
creado.
B. ¿Qué es Belleza?
Belleza es una
sensación producto de la apreciación de algún valor en lo observado. La belleza
es un estado de gozo o de complacencia, de disfrute o de alegría, que se
establece en la interconexión de elementos semejantes, concordantes o
correlativos entre un sujeto que aprecia y un objeto apreciado. La belleza no
está en lugar alguno ni en momento alguno, la belleza se establece en la
recognición, en la concordancia o en el vínculo emocional que se establece
entre personas o entre una persona y u objeto apreciado. Podemos decir que
belleza es una fuerza emocional porque estimula, o activa la sensibilidad del
individuo. Es una fuerza emocional derivada del objeto de aprecio, y en este
caso es necesario ser bien claro, sin aprecio es imposible que se establezca la
belleza. Una puesta de sol pasa desapercibida por quienes no la aprecian, a
pesar de estar junto a quienes la aprecian y para quien la aprecia es muy
bonita, mientras que para quien está pensando en otra cosa, ni siquiera
participó de su belleza. La belleza se establece, no ocupa ligar o espacio.
Decimos que belleza
es la fuerza emocional que el sujeto percibe del objeto que aprecia y para
percibirla el sujeto ha debido ofrecer su atención, es decir ha debido darse
por el reconocer a la belleza del objeto, a ese darse por el reconocer, o
validar al otro lo denominamos afecto. Luego, podría decirse que afecto es la
fuerza emocional que el sujeto deposita en el objeto a apreciar y, belleza es
la fuerza emocional que el objeto retribuye al sujeto que lo aprecia.
Belleza es una
sensación de complacencia, pero una sensación que no se reserva a lo meramente
lindo, también complace lo verdadero y el cumplimiento del deber, y lo que
sirve o lo que satisface por cualquier motivo. Belleza es el calificativo que
ofrecemos a las sensaciones de complacencia derivadas del aprecio de sensaciones
armónicas. Por esto se acentúa su significación hacia lo bonito o lo bello, lo
armónicamente ordenado que complace generalmente a los sentidos visuales, y
auditivos. Pero también encontramos complacientes a los gustos ricos de una
buena comida, o a los olores agradables de un perfume o la suavidad de un paño
de seda, porque entre ellos y nuestras habilidades sensoriales se establece
algún grado de correlatividad, reconocimiento o concordancia en armonía, a esa
complacencia no la llamamos belleza, sino gusto, aroma o suavidad, pero también
complacen y por lo mismo agradan, atraen e interesan. También atraen e
interesan las personas inteligentes, confiables, seguras y responsables y no
necesariamente deben de ser proporcionadas en consecuencia con un determinado
canon de belleza, pero complacen por ser naturales y al establecerse una
relación armónica con su naturaleza nos complacen y los sentimos bellos, bello
de corazón, bello de servicial, o afectivo.
Por lo mismo,
debemos observar a la belleza como una posibilidad, la posibilidad de encontrar
un estado de complacencia que nos agrada, interesa y motiva a su experiencia.
C. Determinación de la Belleza
¿Cómo se determina
la belleza?
Todo objeto posee
un valor potencial que se establece en la recognición del mismo por el
apreciador. Ese valor potencial se deriva del
cumplimiento de la necesidad que justifica a la razón de realizarlo, y
está inserto en él como atributo potencial que se despierta en la apreciación
del individuo que lo valora, que lo reconoce o que lo utiliza y se sirve de él.
Ahora bien, el
individuo puede por sobre este mismo potencial, reconocer en ese objeto otras
potencias que deriven en atributos de valor superiores incluso a los atributos
de valor natural de que dispone el objeto en sí. Por ejemplo: una flor, al ser
objeto de una necesidad natural y ser justificada en base al cumplimiento de su
razón de ser natural, adquiere el valor de ser flor u objeto del Creador que la
origina, pero esa misma flor, adquiere un valor adicional o distinto, en el
servir como instrumento del afecto conyugal hacia la pareja y en esa
circunstancia el cónyuge valida el sacrificio de ofrecer su trabajo a cambio de
la flor. Lo mismo ocurre con el arte, en la música un sonido, que
independientemente del resto de los sonidos es solo un ruido, adquiere en la
armonía del conjunto la validez de una canción, o en la pintura un puñado de
tierra mezclada con aceite, se transforma en la armónica relación de sus
complementariedades, en obra de arte subastada por un monto de valor
inexplicable.
La belleza es por
lo tanto, fruto de la relación de dar afecto y recibir beneficio entre un
sujeto que aprecia a un objeto que retribuye con algún valor.
D. Los Elementos de la Belleza
La belleza ni ocupa
espacio ni tiempo, se establece en el contacto determinado por la relación
entre apreciador y beneficio. Lo que estimula al creador-apreciador de la
belleza es la concordia o reconocimiento entre el propósito del autor o
apreciador y la consecuente validez del objeto creado o apreciado. La realidad
de la belleza se manifiesta en el agrado del apreciador.
Los elementos que
provocan tal agrado pueden ser tangibles e intangibles. Tangibles como una
escultura o intangibles como la música, pero además existen elementos
temporo-espaciales que posibilitan el agrado del apreciador como por ejemplo el
recuerdo de una imagen visual o la imagen producto de la imaginación, así como
la imagen en el espacio de un cuadro. En cualquier caso el agrado en el
apreciador es derivado del valor que se
desprende de la relación entre el sujeto que aprecia y el objeto que retribuye
con algún tipo de beneficio, ya sea este emocional, intelectual o de servicio.
La belleza se
produce en tanto la retribución de los valores derivados del objeto establece
una relación armónica con el sujeto que lo aprecia. El establecimiento de
concordia, correlatividad y reconocimiento, instaura el beneficio compartido
entre el creador-apreciador y el objeto creado o apreciado y de esta
concordancia, recognición y parecido, se constituye la relación armónica
necesaria para que se experimente el sentimiento de belleza.
Aristóteles, lo expresó en su libro “Metafísica”: “Las formas que mejor expresan la belleza son
el orden, la simetría, la precisión.” Y, Herbert. Read dijo al
respecto: “La obra de arte tiene un punto
imaginario de referencia (análogo al centro de gravedad), y alrededor de este
punto las líneas, superficies, y las masas, están distribuidas de tal forma que
permanecen en perfecto equilibrio. El propósito estructural de todos estos
modos es la armonía, y la armonía es la satisfacción de nuestro sentido de la
belleza”. Ambos coinciden en que la armonía es un elemento fundamental en
el reconocimiento de la belleza.
III. El
Propósito Dual de la
Actividad Artística: Creación y Apreciación
La actividad
artística se deriva de dos naturalezas complementarias, la naturaleza creativa
del autor y la naturaleza apreciativa del observador. Ambas naturalezas son
indivisibles, puesto que al crear se aprecia lo creado y al apreciar se crea
una imagen significativa de lo apreciado.
¿Porqué razón
existen estas dos naturalezas creación y apreciación en la actividad artística?
¿Porqué razón es necesaria la apreciación y la creación? ¿Porqué razón son
ambas indivisibles o inseparables?
Bajo el punto de
vista de los Principios de la
Creación, la actividad artística se realiza en base a la
necesidad por experimentar valor mediante la obligación de realizarlo. Toda ley
contiene deberes y derechos, obligaciones y beneficios, lo mismo ocurre con el
valor. Valor es una constante inmanente y por lo mismo es ley. El valor, como
toda ley, contiene deber que se expresa mediante la necesidad y derecho
expresado mediante el beneficio, por lo mismo, el creador capta la necesidad de
crear en base a la necesidad por experimentar valor y solo puede experimentar
valor luego de realizar el beneficio en el objeto que crea y aprecia.
El deseo por
realizar valor beneficia a todas las especies y la experiencia del beneficio de
lo creado beneficia a quien lo aprecia. Esta realidad se deriva del propósito
dual de las especies que nos dice que toda especie ha de cumplir con el
propósito de conjunto para realizar su
propósito individual.
El propósito dual
de las especies naturales, existe contenido en la especie humana desde su
origen y esta es la razón del porqué el hombre, ser humano, necesita de la realización del valor, en
función de la experiencia de realizarse como humano.
Para realizarse, el
ser humano debe satisfacer las capacidades emocionales, intelectuales y
motivacionales, o de libre voluntad.
La capacidad emocional se satisface en el
reconocimiento y cumplimiento de la máxima necesidad constante; la máxima
necesidad constante en todos los humanos es la de vincularse filialmente,
fraterno-conyugalmente y paternalmente. Sin la consecución o establecimiento de
estos tres vínculos en el afecto incondicional, la capacidad emocional del ser
humano no puede sentirse satisfecha.
La capacidad
intelectual del ser humano se asegura y confía en el reconocimiento de la razón
constante que valida la naturaleza del ser humano, en función del cumplimiento
de las necesidades naturales que justifican
la necesidad de ser especie humana natural, o lo que es igual se
convence en el reconocer cual es el origen, la identidad y el propósito original de la especie humana.
Sin el reconocimiento de estas bases, el intelecto humano no puede estar seguro
de si mismo.
La capacidad
volitiva del hombre espera el cumplimiento del deber de ser humano.
El deber de ser
humano se cumple en el establecimiento del vínculo filio-paternal
incondicional, mediante el establecimiento del vínculo incondicional entre
cónyuges.
La
incondicionalidad en el vínculo, faculta al mismo con el contenido natural que
lo hace ser compatible con la naturaleza incondicional de las especies
naturales.
Estas necesidades
básicas fundamentales existen contenidas en el valor de ser persona y toda
actividad humana se enfoca en la consecución de este vértice piramidal.
Las artes son el
medio de ejercitar la incondicionalidad en el darse por el beneficio del objeto
a realizar. La ciencia es el medio de darse en la incondicionalidad por el
reconocimiento de la razón valida o constante, y la filosofía, es el medio para
el reencuentro con el verdadero ideal de ser auténtico. La moral es el medio
para reconocerse y realizarse a sí mismo en base a la función de ser auténtico,
autónomo y altruista; la ética es el medio para establecer correctas relaciones
sociales o interpersonales, basadas en el beneficio compartido que responde a las
razones constantes naturales, y la estética es el medio para la consecución del
ejercicio del dominio sobre el celo y sobre los instintos físicos. Estas tres
áreas de influencia en la naturaleza humana han de ser prioritarias en el
desarrollo de cualquier actividad artística. El arte busca y pretende lo
supremo, lo maravilloso, lo soberbio. Busca transmitir sentimientos profundos,
ideas brillantes y trabajos excelentes, para gloria del valor máximo absoluto,
para gloria de lo pleno, lo autónomo y lo cumplido. ¿Porqué? Porque el ser
humano necesita sentirse pleno, autónomo y cumplido.
La creación se
establece en base al deseo natural por realizar valor y la apreciación se
desprende del deseo natural por experimentar valor. El deseo natural por crear
y apreciar valor proviene del propósito dual originario de las especies
naturales. Del propósito de conjunto surge la necesidad de realizar valor
(crear) y del propósito individual surge la necesidad por apreciar valor. Lo
que es necesario de entender en este caso es que la satisfacción del apreciar
valor, se desprende de la realización del mismo, por lo tanto, el realizar
valor es prioritario por sobre la experiencia de apreciar valor derivada del
mismo. Luego, el cumplimiento del propósito de conjunto es por sobre la
realización del propósito individual.
Las artes, al ser
la expresión de lo excelente, de lo supremo y de lo maravilloso, son apreciadas
por todos, como estándar paradigmático del crecimiento y desarrollo humano, y
por lo mismo, al satisfacer al propósito de conjunto, se engrandecen en mérito
sus valores.
De esta naturaleza
de privilegiar el beneficio del conjunto por sobre el beneficio personal se
derivan las actividades sociales tan atractivas para el arte y oficios humanos.
¿A qué profesional
no le agrada ser reconocido por sus pares? ¿A qué profesionales se admiran y
respetan, a los reconocidos públicamente o a aquellos ignorados? Consciente o
inconscientemente, el hombre busca servir al conjunto porque en el ejercicio
del servir encuentra más valor que en su propia apreciación. Lo que no quita
que necesite de su propio beneficio, pero la norma natural dispone que el
beneficio propio es consecuencia del establecer un beneficio compartido.
De lo dicho se
puede deducir que el apreciar satisface a uno y el crear objetos de bondad,
bien hechos, beneficia a muchos, lo que repercute en el beneficio de uno.
El propósito dual
de las especies se origina en la necesidad del valor por realizarlo. El Origen
Causal del universo, es valor en sí, valor que se manifiesta en la energía como
imagen, pero valor en sí, y porque vale es necesario, pero porque vale
justifica la necesidad de realizarse y por esa razón es necesario realizarlo.
Necesidad y
beneficio encierran todo el aparato emocional, intelectual y volicional exigido
en la consecución de la apreciación del valor, y únicamente en la satisfacción
de las necesidades emocionales naturales, en la satisfacción del intelecto
autónomo y solo en la satisfacción del cumplimiento de la voluntad responsable, se puede realizar el
valor absoluto de plenitud, justicia y cumplimiento.
El ideal original
de las especies naturales está basado en el cumplimiento de este propósito
dual, de satisfacer al beneficio global de las especies y de satisfacer las
propias necesidades individuales en consecuencia a la construcción del
beneficio global.
Al ser reconocida
esta necesidad y jerarquía, el artista puede emprender su labor creativa con el
sentido de misión, buscando y estableciendo actividades creativas en función
del beneficio de las especies naturales y de la especie humana para colaborar
en la reconstrucción del ideal original de la creación.
IV. Requisitos para la
Creación
A. Requisitos para el Autor Sujeto de la Creación
1-Motivo, Tema y Plan
La creación de cualquier obra se fundamenta en
la necesidad que motiva a crear. En base a esa necesidad, o motivo por el cual crear, se desarrolla un
proceso en tiempo y las estructuras que posibilitan la realización del
propósito o propuesta creativa. El motivo de crear se basa en alguna razón que
lo justifica como necesario, y esa razón es el tema a tratar. En base al motivo
de crear algo, ese algo, es transformado en imagen, sonido o manifestación
artística. El tema adquiere en este caso la propiedad de ser el centro
propositivo de la actividad creativa.
En la creación
original de las especies también existió una necesidad creativa, la necesidad
de establecer valor en la realización de las especies para que este pudiera ser
compartido por todas y cada una de ellas y de este modo, satisfacer al autor de
la obra.
Aparentemente
podría pensarse que el motivo de la creación de las especies fue egoísta,
porque se pretendía experimentar valor luego de su creación, pero la realidad
nos dice que no es así. Esto se debe a
que la especie humana, el broche que enlaza al universo físico con el universo
psicológico, está dotado de libertad, y es en esa libertad, donde se deposita
la posibilidad o no de experimentar valor. Lo mismo ocurre con nuestros hijos,
uno los cría a la espera de que maduren y se vinculen voluntariamente con uno,
pero no se les puede imponer que se
vinculen. El vínculo está basado en la confianza y la confianza en el respeto
responsable, sin estas condiciones no se establecen los vínculos afectivos, por
lo mismo, la naturaleza del creador de las especies es completamente
incondicional.
El artista, se
motiva en base a la esperanza del estímulo complaciente que le conduce a obrar.
Ve algo bello y se estimula, quiere igualarlo y lo realiza, lo realiza porque
espera la sensación de agrado que se deriva de su imaginación. La imagen mental
produce en él la esperanza de realizar el valor que supone dentro de la obra.
Ese es su motivo, lo imagina y transforma en imagen visual, ahora está claro el
tema. Y para lograrlo ha de transformar algunos materiales en objetos de
construcción, ladrillos en edificio, pigmentos y aceite en colores, gráficos en
significados, ruidos en armonías, etc. Ese es su plan. Pero no olvidemos que
detrás de todo el artificio constructivo, se encuentra el hilo conductor del
proceso, el cumplimiento del propósito de crear algo que le complazca, que
reconozca valido o que le sirva. La fuerza motriz y motora del andamiaje es
siempre la misma, el valor.
En la construcción
de la imagen visual interna, intervienen relaciones emocionales, intelectuales
y motivacionales, asociadas en la reflexión y discernimiento en base al
estándar de valor contenido en la conciencia del autor, que son las que
determinan la validez del juicio que justifica la realización de la necesidad
propositiva.
Esta relación entre
la conciencia del valor y la sensación, conocimiento o beneficio manifiestos en
la consecución de la obra, se establece en base a las cuatro posiciones antes
mencionadas de causa y consecuencia mediante la relación sujeto objeto.
La causa es en este
caso la necesidad o motivo a realizar, el sujeto es la conciencia del autor, el
objeto es la proposición y el logro o consecuencia es la transformación del
objeto en obra de arte. Esta estructura base de cuatro posiciones se establece
a nivel interno, en la imaginación del creador y después, se establece a nivel
externo en la transformación de la idea en imagen física.
La estructura base
de cuatro posiciones es el fundamento que posibilita al inicio propositivo, el
transformarse en consecuencia. Del mismo modo que no hay nada en el intelecto
que no haya pasado antes por los sentidos, ninguna realidad puede llegar a ser
si no es mediante el establecimiento de la estructura base de cuatro
posiciones.
2.Conciencia Objeto
Crear arte, es una
actividad que pretende los más altos logros y que por lo mismo, beneficia al
ser humano, pero, no solo debería de beneficiar al ser humano sino que por
sobre este, la creación artística debe beneficiar al resto de las especies,
porque los valores perseguidos en la consecución y realización artística, son
los más elevados, es decir se busca Plenitud, Autonomía y Cumplimiento del
deber responsable. El cumplimiento del deber responsable obliga al arte a fijar
su dirección en el destino del mejoramiento natural de las especies, y de ese
modo la gratificación se puede reconocer como universal y trascendente. Los más
altos logros de creación derivan en los más altos estados de apreciación y
satisfacción. Ese es el destino original del arte que beneficia siempre a todo.
Este ideal artístico, no es el ideal contemporáneo, pero si es el ideal
trascendental del arte y por eso será admitido por aquellas personas de
conciencia sana, educada y responsable. Este ideal del arte, es coincidente con
el ideal de las especies naturales y es por eso que el artista con sentido
común lo pondrá en práctica y participará del beneficio derivado de sus
aciertos. Pero no es una teoría del arte contemporáneo, a pesar de ser tan
contemporánea como la que más.
El artista bajo
este prisma se considera objeto de la realización del ideal de la creación,
estableciendo los procesos y estructuras necesarios para la realización de la
máxima necesidad artística valida para todo, en función de la razón máxima
constante y cumpliendo con el deber de colaborar en la construcción y
establecimiento de los valores absolutos de plenitud autonomía y cumplimiento
del deber. En la realización de esta máxima, el artista se transforma en el
objeto de su propuesta. En el objeto del beneficio incondicional compartido. De
este ejercicio se deriva la conciencia objeto del autor.
El artista, desde
la posición de individuo, de ser uno frente a la especie humana (todos los
humanos) o desde la posición de ser humano (uno) frente a la diversidad de las
especies naturales (todo) se debe considerar objeto del beneficio natural de
las especies y frente a la necesidad del beneficio compartido ha de operar en
consecuencia de manera responsable, haciendo uso de su libertad de opción. El
artista no puede aislarse ni ocultarse a esta realidad, él está inserto en el
ordenamiento natural de las especies y él es el único capaz de dominarlas,
comprenderlas y ordenarlas. Dominar u ordenar a las especies no es utilizarlas
arbitrariamente es conducir la realización de su ejercicio en función del
cumplimiento del Propósito de la Creación.
El artista no puede ignorar el Propósito de la Creación, porque si lo
ignora, no podrá lograr los valores máximos en su desarrollo.
El artista en
primer lugar ha de realizar trabajos que beneficien al conjunto de las especies
naturales, en segundo lugar ha de fijar su atención en realizar trabajos que
beneficien a la especie humana, en tercer lugar ha de realizar trabajos que
beneficien a su cultura, en cuarto lugar a su nación, en quinto lugar a su
pueblo, en sexto lugar a su tribu, en séptimo lugar a su familia y en octavo
lugar a sí mismo, esto si es que espera realizar y recibir el máximo de valor.
Por esta razón es necesario que el artista adquiera la naturaleza de la
conciencia objeto.
La conciencia
objeto reconforta al equilibrio natural de las especies que han estado
sufriendo los atropellos de una especie humana insuficiente, inmadura y
egoísta.
El establecimiento
del equilibrio natural beneficia siempre a todos y por la ignorancia del hombre,
ha sufrido la extinción masiva de
ejemplares y familias necesarias para el equilibrio del ecosistema, pero
además, el ser humano ha padecido el dolor de sus errores durante la historia
de generaciones. El artista ha de colaborar en el establecimiento del
equilibrio natural ecológico devolviendo la posibilidad de experimentar alegría
confianza y beneficio a la humanidad y al resto de las especies.
Devolviendo el
equilibrio a la naturaleza del universo, devolvemos también el equilibrio a la
naturaleza de su autor y ese ejercicio se nos puede reconocer como seres
responsables de cumplir con el Ideal de las Especies.
En segundo lugar,
el artista debería reconfortar a las conciencias de quienes en la historia se
esforzaron en entender al hombre, en el sufrir las consecuencias de ser
perseguidos, torturados o asesinados por salir al frente y enunciar y denunciar
los errores de la historia. Hombres justos, sabios y responsables que
posibilitaron la apertura de las conciencias a un estrato de pensamiento superior
y más humano.
En tercer lugar, el
artista debe tener la actitud de expresar y magnificar las conductas ejemplares
de mártires o patriotas, de descubridores que por su nobleza sean ejemplos a
imitar.
En cuarto lugar, el
artista ha de convertirse en el modelo ejemplar a imitar en la reconstrucción
del equilibrio natural, transformándose en un ejemplo moral, ético y estético
para la humanidad. En esta conducta el artista recibirá el beneficio
proporcional al merito de sus logros, y ese beneficio se mantendrá de
generación en generación para gloria de su persona y gloria también de la
humanidad a la cual pertenece.
3. Individualidad
Cada creación
artística refleja las individualidades del creador, así como el artista persona
es un ser creado con las individualidades semejantes a las Individuales del
Creador. Esta norma se deriva del principio de causa y efecto que nos dice que
toda causa es al efecto así como el efecto refleja los aspectos de su causa
originaria. El ser humano, refleja aspectos de dominio en el ejercicio de su
libre voluntad, aspectos de razón absoluta en el entendimiento de las razones
constantes e inmanentes y aspectos de intencionalidad, selectividad y poder en
el ejercicio de captar las necesidades máximas globales y resolverlas para el
beneficio del equilibrio natural de las especies. Estas capacidades,
transforman al ser humano en legítimo heredero de la creación, a la cual puede
construir o destruir según sea su disposición acertiva o errática frente al
planteamiento de los principios de la Creación. De este raciocinio podemos
admitir a la naturaleza individual humana como semejante a la naturaleza
original de la creación. Y elevar en ella la condición del ser humano a la
condición de ser supremo en la determinación del equilibrio natural.
B. Requisitos
para el Objeto de la Creación
La obra de arte, al ser objeto del artista, debe ser consecuente con las
condiciones y atributos del creador originario de la misma. El artista es la
suma de sus sensibilidades, conocimientos y experiencias y estas, a la vez,
componen los recursos de que se sirve el autor para crear. A estos atributos de
carácter se les denomina recursos internos y a los atributos de construcción,
habilidades y materiales, se les denomina atributos externos.
Los componentes externos han de concordar y armonizar perfectamente con
la proposición del artista para que se establezca la unidad en el vínculo
creativo.
Pero hemos dicho que el artista ha de enfocar su producción en la
consecución de los máximos valores de plenitud, autonomía y cumplimiento del
deber de beneficiar al equilibrio natural lo cual exige que el artista en su
creación considere también el establecer la armónica relación con sus
apreciadores. En esta construcción se establecen sistemas de equilibrio
armónico como la composición áurea o, los ordenamientos cromáticos, tonales,
gráficos o de contrastes. Se establecen ritmos, secuencias en movimientos,
argumentos estos que cooperan en el equilibrio de las diferencias esencial en
el establecimiento de la belleza.
El objeto creado ha de contener en el ámbito de las artes plásticas al
menos, los atributos de valor dual temático al mostrar un tema de
características trascendentes
que denote la individualidad
del artista, los atributos de valor dual compositivo que manifiesten la
composición de la idea, así como la
composición armónica de la imagen,
los atributos de valor dual gráfico que manifiesten la precisión y la destreza en el trazo. Los
atributos de valor dual tonal que manifiesten el equilibrio entre los altos contrastes y los bajos contrastes; los atributos
de valor dual cromáticos que muestren en su justa medida los equilibrios
entre los colores calidos y
los colores fríos.
Además de los atributos de valor dual por oficio que demuestre el
conocimiento de la compensación entre lo depurado
e inmediato del oficio, el valor
dual comunicativo que establece una propuesta en equilibrio entre sus
componentes objetivos y subjetivos.
Otro de los grandes valores a considerar es el del valor dual en la
originalidad y cuando hablamos de original, no nos estamos refiriendo a
novedoso, lo novedoso es algo nuevo y lo original es algo que pertenece a un
origen, lo original ha de mostrar en armonía el refinamiento del individuo junto con la espontaneidad de lo inmediato.
Además de estos valores existen contenidos en la obra otros valores
subjetivos que tienen que ver con la emoción, con el intelecto y con la
voluntad, que son valores por significación, por sensibilidades correlativas o
por beneficios derivados del servicio que manifieste la obra. A estos valores
se les podría añadir el que se establece en la armónica relación entre el
objeto y el apreciador que la reconoce valida.
C. Técnicas,
Materiales, Estilos de Creación
1. Técnica y
Materiales
La estructura base
de cuatro posiciones exigida en el reconocimiento de la idea, se repite en la
transformación del objeto en imagen. Mentalmente, la conciencia paradigma del
valor, en la posición sujeto, establece una relación de dar y recibir con la
imagen interior centradas en la proposición de un tema o idea. Posteriormente,
la idea y la imagen, establecen una relación de dar y recibir en base a la
consecución y transformación de la idea en imagen. Todas Las actividades
creativas se establecen en base a este proceso.
Incluso las
actividades empresariales, manufactureras, o industriales siguen la estructura
dual de la creación. En todos estos casos se establecen bases de cuatro
posiciones internas y externas.
En la
transformación de la idea en imagen intervienen servidores internos como son la
prudencia o servidor de la opción valida, la firmeza o servidor del proceso de
desarrollo y la templanza o servidor del equilibrio entre las diferencias
sujeto objeto. Estos servidores internos se denominan virtudes y facilitan la
construcción de la idea. Estos
mismos servidores internos coparticipan de las habilidades sensoriales
externas, (vista oído, olfato, gusto y tacto) en la transformación de la idea
en imagen.
Además de los
servidores internos y de las habilidades externas son necesarios instrumentos o
útiles que faciliten el desempeño de la técnica adecuada a cada fabricación.
A los servidores
internos se les denominan habilidades tipo sujeto y a las habilidades externas
se les denomina habilidades tipo objeto. Lo mismo ocurre con la idea (sujeto) y
la imagen (objeto). La idealización o construcción de la idea va a depender de
los recursos experienciales del autor, memoria, capacidad de discernimiento
asociación, sensibilidad, capacidad de raciocinio, sentido común, desarrollo de
la conciencia etc, a estos aspectos servidores de la construcción de la imagen
se les denomina aspectos tipo sujeto y a los instrumentos, colores, sonidos
movimientos y demás aspectos físicos que colaboran en la realización de la obra
se les denomina aspectos de tipo objeto. Los aspectos tipo sujeto son
prioritarios y conductuales y los de tipo objeto son conducidos y retributivos.
2. Estilos y escuelas de la creación artística
La expresión
artística utiliza lenguajes significativos propios al individuo que producen estilos
diferentes tanto en la concepción de la idea como en la realización de la
imagen.
Las diferencias son
derivadas de la estructura base de cuatro posiciones que se establece entre la
conciencia del individuo y los atributos de valor que determinan su emoción, su
intelecto o su voluntad. En este sentido podemos afirmar que la realización de
una labor artística será siempre diferente en algún aspecto a la de su
inmediato. Pero de dentro de estas variantes, existen algunos parecidos en la
proposición técnica del contenido, y
estas similaridades han conformado los llamados estilos artísticos en sus
variantes propositivas.
Algunos de estos
estilos son:
a) Clasicismo
El Clasicismo se
refiere a la tendencia artística propia de los siglos XVI y XVII, de
seguir los ejemplos
de las formas de expresión del arte Greco-Romano. El clasicismo
concede gran
importancia a la unidad de equilibrio y forma. Una obra de literatura
representativa es
el Fausto de Johann W. Von Goethe. (1749-1832). Entre los pintores
cabe mencionar a
Jacques L. David (1748-1825) y Jean A. D. Ingres (1780-1867).
b) Idealismo
El idealismo era el
estilo que buscaba expresar la belleza perfecta, idealizando la naturaleza
humana y el ambiente en el cual se inserta.
Muchos de los
artistas del Renacimiento y del Barroco fueron idealistas, por ejemplo, los
hermanos Carracci, Guido Reni, o Domeniquino, Domenico
Zampieri, que motivados por separarse del tenebrismo
naturalista de las visiones caravaggistas se fijaron más en las pinturas de Raphael
y Miguel Ángel. Los Carracci fundan la Accademia degli
Incamminati, es decir la academia de los iluminados, en oposición a la Academia de San Lucas
romana, creada en 1478 por Girolamo Muziano, como si los demás se mantuvieran
en las tinieblas de la ignorancia.
c) Romanticismo
Como una reacción
en contra de la visión centrada en la forma del clasicismo, el
romanticismo
(siglos XVIII y XIX) buscó una vívida expresión de las pasiones interiores.
Entre los
románticos, podemos mencionar a Victor Hugo (1802-1885), al poeta Lord
Byron (1788-1824),
y al pintor Eugene Delacroix (1798-1863)
d) Realismo/
Naturalismo
El realismo es la
tendencia a retratar la realidad tal y como es. Este estilo actuó
como reacción
frente el romanticismo, en la última mitad del siglo XIX. Artistas
representativos de
esta escuela fueron los pintores Jean B. C. Corot (1796 -1875), Jean
F. Millet
(1814-1875) y Gustave Courbet (1819-1877), así como el escritor Gustave
Flaubert
(1821-1880). El estilo del realismo abrió las puertas al positivismo y
cientificismo,
desembocando en el naturalismo. Un escritor representativo de la escuela
del naturalismo fue
Emile Zola (1841-1920). En el área de las bellas artes, no hubo
distinción entre
realismo y naturalismo.
e) Simbolismo
El simbolismo
apareció a finales del siglo XIX y duró hasta comienzos del sigloXX,
como reacción
frente al realismo/ naturalismo. La escuela de literatura del simbolismo,
buscó expresar los
sentimientos a través de símbolos, abandonando las tradiciones y
formas del pasado.
Un representante de esta escuela, es el poeta Arthur Rimbaud (1854-
1891)
f) Impresionismo
La escuela del
impresionismo, consideró que la verdadera imagen de las cosas era la
imagen capturada en
el instante, y se propuso expresar las impresiones momentáneas de
formas y colores.
Este movimiento se extendió a finales del siglo 19 principalmente en
Francia. Edouard
Manet (1832-1883) y Claude Monet (1834-1883) son pintores
representativos de
esta escuela.
g) Expresionismo.
Contrariamente al
impresionismo, que representaba las impresiones que venían de
fuera, el
expresionismo quiso expresar el lado interior. Surgió como una reacción al
impresionismo en
los comienzos del siglo XX. Los pintores Vasily Kandisky (1866-
1944) y Franz Marc
(1880-1916) así como el escritor Franz Werfel (1890-1945) son
artistas
representativos de esta escuela.
h) Cubismo
El cubismo,
movimiento de arte culto de principios del siglo XX, se dedicó a
descomponer
temporalmente los objetos en formas simples, y recomponerlos de acuerdo con la
subjetividad del artista. El pintor representativo de esta escuela es Pablo
Picasso
(1881- 1973)
i) Universalismo
El estilo artístico
derivado de esta Teoría de Arte es el Universalismo, que
es el estilo donde
idealismo y realismo están unidos, centrados en los Principios de la
Creación.
Puesto que el
universalismo se propone la realización del equilibrio natural de las especies,
debe considerar la realidad o lo real como un aspecto importante. Por
lo tanto, el
Universalismo es realismo. Pero al mismo tiempo, tiene el ideal de
reestablecer la
condición humana original. Luego, es un estilo idealista
también. Por tanto,
la conexión entre la realidad e ideal,
es la actitud creativa que concuerda con los Principios de la Creación.
Un Universalista
representaría la esperanza del ser humano, frente a la posibilidad de
transformar la fragmentación de un mundo disfuncional en operante y eficiente,
en el establecimiento de un orden armónico y consecuente con las razones
constantes sostenedoras del equilibrio natural de las especies.
El Universalismo
está basado en la Incondicionalidad
Afectiva, es decir en las conductas normadas que benefician
siempre a todo. En este beneficiar al otro se exige alguna dosis de condimento
romántico, pero no en el sentido sensorial, sino en el sentido conductual
responsable. El universalista busca afecto, confianza y responsabilidad en el
cumplimiento de los deberes naturales, lo que no tiene mucho que ver con la
connotación tradicional de romanticismo.
En el origen
creador de las especies existió alguna dosis de idealismo en el sentido de
esperar el cumplimiento responsable del ideal de la creación y alguna dosis de
realismo al esperar que el hombre se hiciera consciente de las realidades
fundamentales constantes e inmanentes, de las cuales participa. Por ese motivo
la unidad entre realidad e ideal, nos permite la posibilidad de expresar
aspectos de valor que en su potencial original denotan alguna dosis de
idealismo y en la experiencia se transforman en realidad experiencial.
La postura
universalista de este postulado no excluye la admisión de estilos derivados de
la conducta y oficios artísticos originales, todo lo contrario, lo que promueve
es una norma que posibilita la llegada al destino de establecer un equilibrio
entre las diferencias naturales.
V. Requisitos
para la Apreciación
La apreciación de
una obra de arte, se realiza a través de una acción de dar
y recibir; entre un
sujeto y un objeto, por lo tanto, para apreciar, ambos necesitan de ciertos
requisitos.
A. Requisitos para el
sujeto
La apreciación exige de una disposición atenta de respeto y análisis, de
interés y criterio, de motivación y disfrute de los beneficios proporcionados
por la obra a apreciar. La buena disposición frente a la obra hace posible el
hallazgo de valores. Mirar un cuadro, escuchar una melodía, o admirarse frente
a la armonía de la creación exigen de atención. La atención puede brindarse en
un estado de moderación, tranquilidad y respeto. Estar atento es una actitud
afectiva, es una manera de darse por recibir algo del otro, darse por
escucharlo, por conocerlo, o por entenderlo. Uno de los primeros requisitos
para apreciar es la atención.
Pero la atención por si sola no es suficiente para apreciar una obra de
arte, para poder reconocer aspectos delicados de la obra se necesita de un
criterio, de una formación e información. Luego de entender que el arte
pretende transmitir sentimientos profundos, ideas brillantes y trabajos
excelentes, es preciso reconocer que para apreciar la obra en toda su
extensión, es necesario que el apreciador esté preparado para entender los
trabajos excelentes, porque entiende del oficio, las ideas brillantes, porque
está educado y los sentimientos profundos porque está dotado de una
sensibilidad similar, capaz de reconocerlos.
Al apreciar una obra podemos encontrar aspectos de valor objetivo y
aspectos de valor subjetivo. Los aspectos de valor objetivo son los que se
desprenden directamente de la obra, en su contexto físico, me refiero a los
valores por imagen, oficio, color etc y los valores subjetivos tienen que ver
con el aporte del apreciador que por recordarle ciertas cosas le añade un valor
agregado a la obra. Entre estos valores subjetivos encontramos un gran número
de justificativos, por ejemplo el hecho de que el trabajo pertenezca a una persona
famosa, o que la obra pertenezca a un determinado periodo cultural.
Y por último, podemos considerar como requisitos del apreciador, el buen
estado de salud tanto mental y física, para que los sentidos puedan transmitir
a las capacidades sensibles los estímulos necesarios para la recognición de los
valores contenidos en el objeto apreciado.
B. Requisitos para
el Objeto
El objeto creado u
obra de arte requiere en especial la condición de ser concordante con el
propósito original que lo realiza. Estableciendo
esa relación armónica entre sujeto creador y objeto creado, la obra de arte se
establece integra. El objeto ha de reflejar los aspectos de satisfacción,
reconocimiento y eficacia que el sujeto espera de él.
C. Juicios de
Belleza
En base a la premisa
de que “el valor se determina a través de una relación
correlativa entre
el sujeto y objeto” (la relación de la acción de dar y recibir), la
belleza viene
determinada, por medio de la acción de dar y recibir entre el apreciador
(un sujeto con los
requisitos arriba mencionados para el sujeto) y la obra de arte (un
objeto con los
requisitos arriba mencionados para el objeto). Es decir, el juicio relativo a
la belleza, se
establece cuando se cumple el deseo del apreciador que busca la belleza, a
través del estímulo
emocional que proviene de la obra de arte. El estímulo emocional
que viene de la
obra de arte, se refiere al potencial de belleza contenido en la obra de
arte. Por tanto, la
belleza en sí misma no existe objetivamente, no obstante los elementos de
belleza que existen en la obra de arte se transforman en experiencia de
belleza, cuando el apreciador juzga que son bellos.
A continuación
mencionaré las diferencias entre un juicio de belleza y un juicio de
cognición. Un
juicio de cognición (juicio cognitivo) se realiza a través de comparar los
elementos
internos-prototipos (sujeto) con los elementos externos-contenido sensorial
(objeto). Un juicio
de belleza (juicio estético), también se lleva cabo por el mismo
proceso de comparar
entre un sujeto y un objeto.
Cuando se realiza
un juicio cognitivo, la facultad del intelecto participa de forma
más activa en el
proceso de comparar, que las otras facultades. Sin embargo cuando la
facultad de la
emoción es la más activa, se dice entonces que es un juicio estético. Es decir,
cuando los elementos físicos del objeto son percibidos intelectualmente, se
realiza un juicio cognitivo, y cuando son percibidos emocionalmente, se realiza
un juicio estético.
Sin embargo, como
las facultades intelectual y emocional no pueden separarse
totalmente, un
juicio estético siempre va acompañado de un juicio de conocimiento o
cognición. Por
ejemplo, el juicio estético de que “una flor es hermosa”, va acompañado
de la cognición de
que “esto es una flor”, o “esta flor es una rosa”.
VI La Unidad en el arte
En toda actividad
artística, hay varios aspectos correlativos involucrados en la
creación artística,
como creación y apreciación, contenido y forma, universalidad e
individualidad,
eternidad y temporalidad. Estos aspectos (elementos) correlativos
originalmente
estaban en unidad, no separados. Sin embargo, hasta el presente, la
tendencia en las
actividades artísticas ha sido separar estos elementos correlativos, o
resaltar uno sobre
otro, o uno en particular. Por consiguiente esta Teoría del Arte
clarifica la
naturaleza de unidad entre esos aspectos correlativos.
A. La Unidad de Creación y
Apreciación
Por lo general se
ha considerado que la creación es la tarea del artista, y la
apreciación del
público. Sin embargo, desde la perspectiva natural de la creación, ambos,
creación y apreciación, son simplemente dos momentos en la actividad de
dominio. A fin de
ejercer el dominio sobre algo, son necesarios los dos aspectos
correlativos de
cognición y práctica, y en el campo del arte en particular, la cognición y
la práctica que
están centrados en el parámetro rector emocional de la conciencia, son la
apreciación y la creación.
La cognición y la
práctica, forman los dos circuitos recíprocos de la acción de dar y recibir,
que se establecen entre el sujeto (el ser humano) y el objeto (todas las
cosas). Por lo tanto, no puede haber práctica sin cognición, ni cognición sin
práctica. Consecuentemente, en la actividad artística, en la relación entre
creación y apreciación, no puede haber apreciación sin creación, ni creación
sin apreciación.
El artista durante
el proceso creativo, aprecia su idea y
la imagen de su trabajo, y el que contempla o aprecia la obra de arte, también
está creando imágenes de significación y en eso se establece una actividad
creativa.
B. La Unidad de Contenido y Forma
En algunas escuelas
de arte, se prioriza más la forma, y en otras se destaca el contenido.
Estos dos aspectos
son inseparables en el arte. El contenido es el justificativo de la función
interna que se establece en base a la necesidad creativa y forma es el
establecimiento de funciones externas que materializan la intención,
justificando así la realidad de su existencia, por lo mismo, ambas son en una.
Priorizar una por sobre la otra es una disposición para realzar algo por sobre
lo otro, pero en ningún modo son excluyentes.
C. La Unidad de Universalidad e
Individualidad
La creación nos
manifiesta la unidad entre la imagen especie o universal y la imagen
individual. Todos los humanos son humanos, característica constante e
inmanente, y al mismo tiempo, cada
humano es diferente en su individualidad; todas las especies contienen esta
dualidad en unidad. El gato es gato como especie, igual a todos los gatos en el
sentido de ser un mamífero con las funciones típicas de la especie (gato) y es
distinto a todos los gatos en su individualidad, pero no puede separar estas
dos atribuciones. A la condición de ser especie se le denomina universal, o
constante inmanente y a la condición de ser individuo se le denomina imagen
individual o fragmento de la totalidad como especie.
En todos los seres
creados, la imagen universal y la imagen individual están unidas.
De igual modo en el
arte, universalidad e individualidad se manifiestan en unidad.
Independientemente
de que todos los artistas son humanos y en este aspecto todos son iguales y son
al mismo tiempo individuos únicos y por lo tanto diferentes, cada artista posee
individualidades propias dentro de la universalidad de ser artista.
Además el artista,
generalmente se deriva de alguna tendencia, oficio o escuela, a la que
podríamos considerar como universalidad y representa sus propias
individualidades.
Puesto que el
artista posee universalidad e individualidad, sus obras
necesariamente
manifiestan la unidad entre individualidad y universalidad. Por lo tanto, en
una obra de arte, la belleza individual y la belleza universal se manifiestan
de manera
paralela o en
unidad.
En la cultura se
constata esta dualidad de universalidad e individualidad en las manifestaciones
artísticas, educativas y sensibles. Por ejemplo en base a la universalidad
democrática de la constitución de un país, se ofrecen postulados educativos
individualizados en el fragmento social que los representa. Lo mismo ocurre con
las artes, en función del criterio, medios de producción, o recursos naturales
que podrían ser considerados como universales se fabrican, imágenes,
individuales.
Si nos proyectamos
imaginariamente en el tiempo hacia el futuro y pensamos en la posibilidad de
una cultura establecida bajo un criterio natural compartido en base a las
razones constantes e inmanentes de los Principios de la Creación, podemos
imaginar la posibilidad de un arte libre, autónomo y responsable, que beneficie
siempre a todos. Sobre este ideal se puede conectar a la universalidad del ser
artista con la individualidad del creador responsable.
Considerar al arte
como el postulado de una superestructura social económica es sin duda un error.
El arte no se reduce al postulado político o económico, el arte es una
necesidad fundamental del ser humano que es capaz de ejercer el dominio sobre
sus conductas, pensamientos y sentimientos, esté donde esté y pertenezca al
estratos social o económico a que pertenezca. Es lógico pensar que el arte
universalmente se aprecia y que aquellos que disponen de mayores recursos,
pueden disponer de mayores y mejores obras de arte, pero esa universalidad
tiene que ver con el poder adquisitivo y no con el poder creativo. Las mejores
o mayores retribuciones han surgido en base a las mayores necesidades y las
mayores necesidades universalmente se desprenden de quienes más necesitan, o de
los que menos tienen. Por eso es tan frecuente el encontrar a los grandes
genios, tanto de las artes como de la filosofía o de la ciencia en estratos muy
necesitados. Lo que nos demuestra que el arte no se debe a la superestructura
del capital. La superestructura del capital es necesaria, para promover los
valores artísticos y siempre y cuando los promueva en función del beneficio
compartido, estará cumpliendo con su razón de ser.
La unidad en
criterios facilitará la integración de quienes compartan el ideal del beneficio
natural de las especies. Y para beneficiar a la condición estética de la
especie humana es necesario de la diversidad en función de la universalidad constante
e inmanente.
D. La Unidad de Eternidad y
Temporalidad
En cada ser creado,
el fundamento de cuatro posiciones preservador de identidad,
(estático) y el
fundamento de cuatro posiciones generador de desarrollo, (dinámico)
funcionan en
unidad, por ello cada ser creado, existe como una unidad incambiable
y cambiable, o expresándolo de otro modo, como
una unidad de lo eterno y lo
temporal, de lo
trascendente e intranscendente. Igualmente, en una obra de arte, ambos, el
elemento eterno y el elemento temporal, están unidos.
Por ejemplo en el
cuadro “El Ángelus” de Millet, el pintor retrata una iglesia, y a un
campesino y su
esposa en oración con un paisaje rural de fondo, dando un ejemplo que
representa la
unidad de lo eterno con lo temporal. La iglesia y la imagen de los
personajes en
oración, trascienden su era y son eternos, mientras que el paisaje
campestre y las
ropas usadas por el marido y la esposa son temporales, y únicos a aquel
particular periodo
de tiempo.
Como otro ejemplo,
podemos citar unas flores adornando un vaso o una jarra. Las
flores representan
de por sí lo eterno, lo que ha existido desde hace tiempo, mientras
que la forma de la
disposición de las flores y el recipiente pueden ser considerados
como
característicos de un periodo dado. Esta es pues, otra expresión de la unidad
de lo
eterno y de lo
temporal.
La belleza de la
obra de arte se hará más deslumbrante cuando al contemplarla
constatamos el
“instante en la eternidad” o la “eternidad en el instante”.
VII. La Moral, Ética y Estética en
el Arte
Las artes son una manifestación del dominio sobre la creación,
entendiendo el dominio como el compromiso responsable de beneficiar la
realización del sentido original de lo dominado. Lo que excluye al no educado,
no capaz o no maduro en el dominio natural sobre las cosas. El dominio sobre la
creación ha de ser establecido únicamente por personas maduras, o bajo la
supervisión de las mismas. Por maduro se entiende a la persona responsable del
cumplimiento de su razón de ser humano. Persona esta que asume la
responsabilidad de construirse en la experiencia vincular incondicional
filiopaternal, fraternoconyugal y paternofilial que le proporciona el
cumplimiento del deber de ser maduro en el afecto incondicional, en el
reconocimiento de su razón de ser humano y en el cumplimiento responsable
y por lo tanto voluntario de dicho
deber. Esta persona se acredita de ser calificada como moral, puesto que domina
el poder de los instintos y controla la tentación del celo emocional,
intelectual y conductual. Sobre este fundamento podemos depositar en él toda la
creación, sabiendo que va a entregarse responsablemente en todo caso a su
beneficio y sano desarrollo, lo que le transformaría en una persona ética y al
mejorar lo que se le entrega, se le podría reconocer como una persona también
estética.
La moral se asume como a la
suma de conductas personales que mejoran o benefician al individuo. Como por
ejemplo, el dominio sobre las virtudes (prudencia, firmeza y templanza) o el
dominio y control del celo para evitar que se transforme en recelo, o rencor, y
el dominio sobre los instintos de reproducción, de mantenimiento y de
protección. A la persona madura en el dominio de las conductas personales se le
denomina persona moral.
La ética se asume como el
dominio sobre las relaciones interpersonales, y el dominio sobre las relaciones
interpersonales se supedita al desarrollo moral del individuo, al dominio sobre
las virtudes, el celo y el instinto. La conducta ética se entiende como el
saberse ubicar en la posición de sujeto o de objeto de la relación; en entender
las funciones del sujeto de ser leal y obediente al propósito del bien común, y
de seducir con afecto, de persuadir con verdad y de motivar al otro con el
ejemplo del deber cumplido. Y entender las funciones del propósito de la
relación que debe ser siempre valido para todo, y de entender que el objeto ha
de retribuir siempre vinculado, confiado y realizado. Sobre este entendimiento
y su aplicación podemos comprender que la conducta ética de las personas es siempre
justa para el beneficio natural de las especies.
La estética adquiere su
significado en el dominio sobre las cosas, en el dominio sobre la naturaleza,
en el dominio basado en el ordenamiento natural de las especies. El orden
natural armónico ni es más ni es menos, ni es mejor ni peor, tan solo es y en
esa moderación se encuentra la conducta estética, conducta de la armonía, del
orden y del beneficio compartido. El artista ha de ser el colaborador del
embellecimiento natural por el beneficio natural de las especies naturales, no
por el transformarlas en lo que no las realiza, sino todo lo contrario en el
realizar con cada una de ellas algo que beneficie a todas, ese es el verdadero
arte, el arte de la armonía.
La armonía no puede ni debe reducirse a un fragmento, debe concordar
primero con la universalidad del orden y en su estrato manifestará la armónica
relación con quienes participen de la misma.
El artista ha de ser una persona en primer lugar maduro, y en segundo
lugar moral, ético y estético.
La creación implica afecto y belleza. El crear algo implica poner
atención y estar atento a lo creado, tanto la atención como el estar atento al
valor de lo creado son dos actitudes de beneficiar al otro o a lo otro creado.
Esta actitud es incondicional en el afecto y gracias a la incondicionalidad en
reconocer los valores del objeto se transforman estos en belleza. Esta dinámica
entre afecto y belleza, implica una conducta ética en el artista, una conducta
de atención, de respeto y de entrega voluntaria al mejoramiento de lo creado.
De establecerse de este modo, se puede reconocer algún estado de complacencia
en la labor artística. Complacencia derivada de la recognición, del aprecio y
del beneficio que se dispone a recibir el apreciador. Aquí se encuentra manifiesta
la incondicional base, inicio y fundamento
de todo lo creado.
Así podemos entender que la auténtica belleza se desprende de la
incondicionalidad en el afecto.
Este postulado
suena un tanto extraño en nuestro ambiente contemporáneo, porque la realidad
del arte dista mucho de esta postura. Y dista mucho, porque se han fragmentado
los criterios hasta el extremo de que cada artista defiende su posición por
sobre los fundamentos de la realidad contenida en los Principios de la Creación, rectores del
ordenamiento natural de las especies. Estos Principios nos advierten que el artista por sobre todo, ha de asumir
su responsabilidad de realizarse como persona, antes de atreverse a interpretar
los valores constantes e inmanentes, porque sin el fundamento del establecimiento
del vinculo filiopaternal, fraternoconyugal y paternofilial incondicional, no
se está emocionalmente calificado como
suficientemente sensible, para reconocer los valores absolutos que se
desprenden de dicha experiencia. Esta experiencia constata la madurez del
individuo.
A pesar de que
muchos artistas han postulado versiones aproximadas a la realidad de los
Principios de la Creación,
en sus conductas no las han realizado y sobre la carencia de esta experiencia
se han mostrado insuficientes para reconocerla en su totalidad. Muchos
escritores han escrito sobre el amor, pero lo han entendido fuera de su
verdadero contexto natural afectivo e incondicional, muchos pintores han
pintado maternidades, pero disgregadas del auténtico sentido natural del ser
familia, muchos músicos han realizado melodías armónicas, pero apartadas del
ordenamiento natural de las especies.
VIII. Tipos de
Belleza
A. Tipos de Amor
y Belleza desde la
Perspectiva de los Principios de la Creación
La relación de dar
y recibir en función del cumplimiento del propósito de atender o estar atento
al apreciar o encontrar valor en el objeto observado, produce en el sujeto la
sensación de complacencia que denominamos belleza. La belleza puede percibirse
en diferentes grados dependiendo del interés, necesidad o valoración del sujeto
o dependiendo del contenido valórico del objeto.
La intensidad
emocional va a depender del contenido
valórico y de la disposición del apreciador.
La belleza no
cambia, puesto que en todas sus manifestaciones complace, pero lo que es
variable, es la intensidad en la apreciación.
En base a esta
intensidad podemos establecer categorías de belleza. Como dijimos
anteriormente, afecto y belleza son inseparables, del grado o intensidad en el
afecto se deriva la retribución en complacencia. El máximo de complacencia se
deriva de la relación vincular entre padres e hijos y en base al vínculo
podemos entender las diferencias en categorías de la apreciación de la belleza.
Cuanto más se
necesita al objeto de aprecio, más complace su consecución.
Por lo tanto,
cuanto más aumenta la necesidad por el objeto, mayor es la gratificación en
complacencia al poseerlo. Entre afecto y belleza se establece un circuito
interconectivo proporcional en intensidad. Esto nos indica que al hablar de
intensidad en belleza podemos deducir la intensidad en el afecto o en la
necesidad por apreciarla.
El afecto máximo o
la máxima manifestación del afecto se establece en el núcleo gestor de la
especie, en la familia. La familia es el paradigma comparativo de los diversos
vínculos afectivos de los cuales se derivan las distintas manifestaciones de
belleza.
En la familia
humana, ocupa el más alto estrato el afecto paternal incondicional. Luego, el
amor conyugal y en tercer lugar el amor
filial, seguido por el afecto fraternal. Por debajo de estos podemos destacar
el afecto del mayor al menor o el afecto entre amigos.
Estas
manifestaciones afectivas retribuyen en complacencia o belleza proporcional a
la intensidad del mismo.
Existen variables
entre el afecto materno y el afecto paterno. El afecto paterno manifiesta
cualidades de riesgo, emprendedor, de amplitud, de firmeza, de profundidad y
solemnidad, complementariamente el afecto materno es apacible, acogedor,
seguro, consolador, administrativo, cuidadoso, adaptativo compasivo.
El afecto filial es
obediente y leal, retributivo y respetuoso.
En consecuencia se
derivan tipos de belleza proporcional: belleza paterna, belleza materna,
belleza fraterna y belleza filial. Entendiendo estas bellezas como derivados
del goce de la función que cada uno de ellos significa.
En ocasiones
podemos observar que el afecto paterno no se manifiesta sosegado o tranquilo,
en ocasiones se manifiesta con firmeza en instructivos o correctivos que en
ocasiones pueden no ser bien acogidos por los hijos, pero que al saberse
correctivos son aceptados como válidos, e incluso en extremo pueden ser
considerados bellos.
Estos tipos de
belleza experimentados en el núcleo gestor de la especie humana, o familia, se
proyectan en la creación, así podemos comparar la belleza solemne de la montaña
con la belleza solemne de los padres.
B. Tipos
Tradicionales de Belleza
En la historia de
la estética, se consideró como tipos básicos de belleza el concepto
o categoría
estética de la gracia (Grazie) y el de lo sublime (Erhabene). La
gracia es el
tipo de belleza que
agrada de una forma afirmativa y directa. Es la belleza equilibrada
producida por la
armonía. Lo sublime, por otro lado, es el tipo de belleza que
proporciona una
sensación de asombro, o un sentimiento de admiración, como, por
ejemplo, el
sentimiento que se tiene al mirar una elevada montaña o el oleaje del mar.
Kant, sostenía que
en la belleza (gracia) se hallaban los componentes de la belleza
libre (freie
Schönheit) y de la belleza adherente (anhängende Schönheit). Belleza libre
es la que se
percibe sin que se sepa nada del objeto a contemplar, sin restricción de
ningún concepto. Es
una belleza pura, no se tiene ningún tipo de idea que nos haga
cuestionar su
belleza. Belleza adherente es la que depende del concepto que tengamos
acerca del objeto
analizado, de un cierto propósito, como lo que es apropiado para vestir, o el
lugar donde a uno le guste vivir.
En las teorías de
arte se menciona generalmente también, la belleza pura (Reisemne),
la belleza trágica
(Tragische), y la belleza cómica (Kimische).
No obstante tales
tipos tradicionales de belleza, han sido especificados por la
experiencia humana,
y el criterio para su clasificación ha sido ambiguo. En contraste
con ello, los tipos
de belleza en esta Teoría del Arte están basados en la naturaleza de los
Principios de la Creación.
IX Valor
Hemos visto y demostrado que la actividad artística se fundamenta en la
necesidad por crear algo que apreciar, o por apreciar algo de lo creado. Apreciar,
dijimos que exige de atención y de atender, de estar atento a la recepción,
para reconocer la sensación, el significado o, el servicio de lo creado. Y, de
atender al objeto de atención, es decir, de predisponerse a escucharlo, a
verlo, a tocarlo, a olerlo o a gozarlo, porque no llega nada a nuestra memoria
que no sea reconocido y, para que llegue al intelecto, es necesario que haya
pasado antes por los sentidos. Nada hay en el intelecto que no haya pasado
antes por los sentidos. Nada existe en la memoria que no haya sido reconocido.
Lo reconocido, lo sentido, y lo aceptado es algo que nos vale, porque
lo que no nos vale únicamente lo juzgamos, lo decimos, lo transformamos en
negación intelectual, pero no nos pertenece, no lo tenemos.
Cuando decimos: “no me gusta”, “no me vale”, “no lo quiero”, ese “no”
significa que no lo voy a permitir en mí, no se acepta como propio de uno, se
identifica como algo que no vale para mí, y porque no me vale no lo deseo, no
lo acepto, no lo transformo en mío, y eso es lo que estoy haciendo al decir que
es malo, estoy informando que no lo voy a aceptar, que no lo puedo hacer mío.
¿Qué ocurre cuando se dice eso no es cierto? Estamos informando de que
lo que se escucha no se puede aceptar como propio de uno. Eso no quiere decir
que uno es falso, malo o despreciativo, porque no puedo despreciar y apreciar
al mismo tiempo, Luego, si desprecio lo que se me dice por ser falso, no lo
puedo apreciar. Lo que si que se puede hacer es informar de que no es cierto lo
que se te informa, porque informar es valido, pero la mentira no lo es. Lo
mismo ocurre con lo que decimos malo, o desagradable.
El dolor no es un estado
permanente, es solo producto de un desorden. En el orden no hay dolor, hay
armonía y la armonía complace, no disgusta, por lo mismo, debemos meditar sobre
el si la persona es o no es buena, es o no es justa o es o no es valida. Si le
damos un tiempo a esta meditación llegaremos a la conclusión de que lo malo, lo
falso y lo feo, son informaciones de algo que se niega, se rechaza o se aísla
de uno.
Todo ser normal espera y pretende valor, espera y pretende orden,
espera y pretende armonía.
Somos, si es que me permiten el ejemplo, como una aspiradora. La
aspiradora no puede al mismo tiempo aspirar y soplar o expulsar. Lo que aspira
pasa a formar parte de la aspiradora, lo acumula en la bolsa de su “memoria”,
pero lo que expulsa, el viento sobrante sale fuera de la máquina, no puede soplar en
su interior porque eso ya es aspirar.
Solo podemos optar por lo que consideramos válido, incluso cuando
pretendemos hacer daño a otro, estamos considerando que eso es lo que debemos
hacer y por lo tanto, justificamos o validamos el hacerlo.
Valor es la cualidad contenida en el objeto de aprecio que satisface a
la necesidad del sujeto que lo aprecia. Estamos acostumbrados a la célebre
frase de que “todo es relativo”. Eso es cierto solo para quienes desconocen los
valores absolutos. Absoluto es aquello que es siempre y para todo valido, es
decir, es aquella constante inmanente que justifica a la razón de su
existencia. Razones absolutas existen contenidas en todo lo creado, y eso es lo
que la ciencia estudia. La ciencia estudia las máximas constantes inmanentes y
es, gracias al estudio de las máximas constantes inmanentes, que disfrutamos
del ordenamiento social del que participamos. No habría sido posible el dirigir
un cohete a la luna si se hubiera pensado, que las leyes de gravedad son
validas para unos y no validas para otros, y por lo tanto, las leyes de la
gravedad fluctúan y cambian al ritmo de la interpretación de cada uno. Eso no
es así. La ley de la gravedad se ajusta a la razón de su existir y opera en
función del cumplimiento de esa razón, por lo tanto, es siempre y para todos
valida, porque coopera en el mantenimiento del ordenamiento natural del
universo. Decir que todo es relativo es informar de un absoluto, porque aquello
que es siempre y para todos relativo se transforma en absoluto al ser esta
afirmación siempre y para todos valida. Es, como la frase de “yo no creo en
nada”; esta frase informa que quien la dice, cree que no cree en nada y por lo
tanto cree.
“No hay- nadie”, en lugar de: ¡hay nadie!.
Decimos muchas cosas sin analizarlas en profundidad, lo mismo hacemos
con el arte, decimos muchas cosas sin analizarlas. Al analizar la creación
llegamos a sus bases y podemos reconocer al inicio y fundamento que justifica
la creación. Ese inicio y fundamento es el valor. Porque vale se necesita y
porque se necesita se realiza y se realiza para experimentar su valor.
El creador de cualquier obra es un sujeto que dispone de libertad.
Libertad es la capacidad de optar, pero curiosamente y, como antes vimos, se
opta por lo que gusta, agrada, se reconoce o beneficia. En otras palabras,
podemos afirmar que optamos únicamente por lo que consideramos valido.
El valor contiene un fundamento dual en su composición, se necesita y
beneficia.
Necesidad y beneficio existen en el fundamento del inicio de toda obra,
es más, de todo acto y si lo extremamos podemos afirmar que de toda actividad.
Toda actividad opera en función del satisfacer a la necesidad que justifica su
existencia, por eso, podemos afirmar que el propósito de cualquier propósito es
siempre y por sobre todo, el de ser satisfecho. Al ser satisfecho vale.
Existen distinciones en la apreciación, como ya hemos visto, y eso
produce que el juicio de valor sea diferente en cada uno de los apreciadores, a
esa diferencia en la apreciación se le puede designar como relativa, pero el
valor en su capacidad de complacer es siempre y para todos complaciente, el
valor a todos vale, y sobre esta premisa es absoluto.
Valor absoluto es aquel máximo insuperable, constante e inmanente que satisface plenamente a todos. Todos los
humanos sanos, estamos capacitados para sentir, reconocer y disfrutar del valor,
porque todos los humanos sanos, disponemos de capacidades emocionales,
intelectuales y motrices, o de libre voluntad. Nuestra emoción necesita ser
satisfecha y se satisface al sentirse plena. No existe satisfacción que supere
al estado de plenitud. La plenitud es el valor máximo de la sensibilidad
emocional.
La plenitud humana se satisface en el establecimiento del vínculo
paternofilial, mediante el establecimiento del vinculo fraternoconyugal
incondicional.
El ser humano que realiza ese
vinculo incondicional paternofilial y fraternoconyugal habrá experimentado la
realidad del valor máximo exigido por su capacidad emocional. Ningún logro
emocional es superior en valor al logro del establecimiento vincular
incondicional entre padres e hijos, por lo tanto, la experiencia de este
vínculo incondicional satisface plenamente al ser humano.
Intelectualmente hablando, la capacidad intelectual del ser humano
espera la razón para sentirse segura y confiada, pero la verdadera seguridad se
deriva del reconocimiento de la razón máxima constante e inmanente y esa
constante e inmanente es la que concuerda con la naturaleza de la creación, es
decir es una con la ley, lo que la transforma en razón autónoma, (auto=uno
mismo- nomo =ley) Autónomo es quien responde a la razón del cumplimiento del
deber, o quien se ajusta a la razón constante e inmanente.
La máxima razón posible de reconocer que asegura al individuo es el reconocimiento de la razón que
justifica la existencia del ser humano. Cuando se reconoce con claridad cual es
el origen, identidad y propósito de la especie humana, y se opera
responsablemente en el cumplimiento del deber que justifica esa razón, el ser
humano se hace autónomo. Y no existe verdad superior a aquella que es siempre y
para todos los humanos valida.
En tanto a la voluntad del ser humano, espera realizarse en el
cumplimiento del deber. Deber y derecho son aspectos de la dualidad
motivacional, así como razón-ley lo son del intelecto, o necesidad y beneficio
son de la emoción.
El máximo deber es el cumplimiento; no existe perfección superior a lo
cumplido o a lo completo. El ser humano ha de cumplir con el deber de
realizarse en el afecto, en la confianza y en el deber responsable producto de
la incondicinalidad en su determinación, para de ese modo poderse decir libre,
autónomo y cumplido.
Hasta aquí hemos visto la interacción del valor con la realidad de las
especies y hemos descubierto cuales son los valores absolutos: PLENITUD
AUTONOMÍA y CUMPLIMIENTO. El sentimiento de plenitud no admite más placer, el encuentro
con la ley (razones constantes que son siempre y para todos validas) y su
puesta en práctica mediante el reconocimiento de la razón que la justifica no
admite verdad superior y el cumplimiento del deber responsable no permite
determinación superior. De esto se deriva la necesidad del arte de promover lo
auténtico, lo autónomo y lo altruista.
X- Valores absolutos y valores relativos
Hemos explicado ya que los valores absolutos son aquellas máximas
insuperables emocionales, intelectuales y conductuales. El sentimiento de
PLENITUD, el reconocimiento de las normas, leyes o principios CONSTANTES E
INMANENTES que determinan la conducta autónoma del ser y, el CUMPLIMIENTO del
deber responsable o incondicionalmente, haciendo uso de su libre voluntad, son
los valores máximos insuperables. Y a estos tres valores, por ser insuperables,
eternos, e incambiables, por ser las máximas constantes e inmanentes les
llamamos Absolutos. Lo absoluto no es en nada impositivo, porque frente a estos
valores disponemos de la libertad de aceptarlos o negarlos, pero de estos
valores absolutos se desprenden el sentido del deber y el derecho a su
beneficio. Sería injusto el exigir el derecho del beneficio de estos valores
sin haber cumplido con el deber de merecerlos.
Los valores absolutos de Plenitud Autonomía y Cumplimiento, son los
componentes naturales de la conciencia humana sana, rectora de las conductas,
juez de los juicios de valor y determinante de la aceptación o rechazo de las
sensaciones. Nuestro paradigma rector o estándar prototipo humano de
conciencia está compuesto por los
valores absolutos. Lo que más nos satisface a todos es sentirnos plenos, lo que
más nos interesa a todos es el reconocimiento de la verdad constante e
inmanente y lo que más se espera es el cumplimiento responsable del deber, si
todos lo necesitamos es porque lo contenemos todos.
Pero, en la apreciación de estos valores sentimos agrado, complacencia, satisfacción o plenitud
en diversos grados, a estos grados de complacencia se les denomina valores
relativos a la necesidad del individuo. Lo mismo ocurre con la razón, todos
razonamos pero el conocimiento de las verdades significa algo distinto para el
experto que para el que se expone a ella por primera vez, a pesar de ser verdad
para ambos, esta verdad significa
aspectos diferentes para cada uno, lo mismo ocurre con el cumplimiento
del deber, el deber para el niño es diferente del deber para el adulto. A estas
variables se las reconoce como valores relativos. No porque el valor en sí sea
relativo, porque el valor siempre complace, sino, porque la apreciación
relativiza la experiencia del valor al grado de necesidad de quien lo aprecia.
Valor es una constante universal, todo lo creado vale para quien lo
aprecia, y todos los seres necesitan de valor. Si nos ponemos a pensar un poco
en ello, podemos darnos cuenta de que, en todo lo que hacemos, estamos
esperando un bien, lo que transforma al valor en siempre y para todo valido. En
este sentido, el valor se transforma en una constante inmanente, y por lo tanto
en ley.
Toda constante inmanente o ley, contiene dos aspectos a considerar, el
aspecto de deber y el aspecto de derecho. Deber y derecho existen contenidos en
el valor, entendiéndolos como necesidad y beneficio. Necesidad y beneficio son atribuciones
para satisfacer a la emoción, al intelecto y a la voluntad del ser que lo
ejercita. De esta interpretación se desprende una realidad antes ignorada, la
realidad del valor contenedor de los atributos de intencionalidad,
significación y poder, en función del cumplimiento del deber necesario para
experimentar el beneficio derivado del derecho a ser satisfecho. Satisfacción
esta que motiva a la necesidad por repetirlo. Esta es la dinámica del valor,
que por tener por absoluto al sentido de plenitud, autonomía y cumplimiento del
propósito de la creación, motiva a todo lo creado al dinamismo natural de las
especies. Dinamismo contenido en el ordenamiento natural de la creación.
Martín Soria